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Theory
of The Gift Economy


Para-Donar

Introducción
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23



Practice

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Para Donar
Genevieve Vaughan

Capítulo 7

La fuente colectiva

A través del lenguaje, cada individuo teje una respuesta a la pregunta filosófica más profunda de nuestro tiempo: “¿Cuál es la relación del uno con los muchos?” La relación del individuo con su cultura y de ahí con los 7000000000 billones de seres humanos viviendo actualmente,  es muy diferente a su relación  con su aldea o grupo social de siglos pasados. Los medios de comunicación nos traen imágenes e información acerca de los billones de personas que nunca veremos ni conoceremos, que son tan humanos  como nosotros. De la misma manera, la astronomía nos ha presentado una visión de nuestro planeta  Tierra que es uno, entremedio  de millones de galaxias y billones de otras estrellas y todos sus planetas eventuales. Mientras nuestro conocimiento de la humanidad y del universo, ha aumentado, nuestra dimensión como individuos en relación con la totalidad ha disminuído increíblemente.  Sin embargo,  cada uno de nosotros permanece en primer plano con respecto a nosotros mismos y por eso parecemos muy grandes, tanto que ocupamos toda nuestra visión.

La respuesta a esa pregunta desde el punto de vista del paradigma del regalo, es algo así : cada ser humano es parte de la colectividad porque su identidad se constituye usando los regalos  materiales,  lingüísticos y culturales colectivos que nos dan los otros y que nosotros damos a los otros. Nuestra subjetividad física y psicológica está hecha de esa  materia, de esa matriz (o madre) que nosotros mismos reformamos y nos rehacemos de nuevo  para los otros. Cada uno de nosotros es un lugar o punto en la trama generada por la transmisión de innumerables regalos. En esa trama, el proceso colectivo relaciona las cosas con las palabras, las palabras con las palabras, las cosas con las cosas, y a nosotros con nosotros mismos—por y a través de los regalos en todos los niveles diferentes.

La reiteración de la masculación en diferentes escalas ha alterado la configuración de este proceso colectivo, dirigiendo el flujo hacia una  categoría  de dominantes auto-motivados que atentan expandir su importancia personal estableciendo relaciones de control sobre la colectividad y sus regalos. A menudo, éstos son servidos por otros que obtienen acceso a una relación indirecta con los muchos, al relacionarse con quien domina a los muchos. Mientras que es concebible pensar que los dominantes podrían devolver sus regalos a los muchos,  esto es incompatible con el mandato del género de desbancar. Desafortunadamente, la relación de dominación de uno sobre muchos parece tener como posible resultado la destrucción de los muchos por el uno. Recientemente, la capacidad de provocar una devastación nuclear ha hecho disponible este poder y algunos ‘unos’ han jugado con este. Nosotros debemos revelar el carácter ilusorio de la motivación para dominar y expander y debemos recrearnos mediante los procesos de regalar y de recibir, encontrando la manera de relacionarnos como personas que cuidan, unos entre muchos y muchos entre muchos.

Nichos ambientales

Un nicho ambiental es un regalo, para el cual los receptores evoucionan ; las criaturas se desarrollan con necesidades que pueden recibir esa clase de cuidados. El lenguaje es un producto y un subproducto de la vida de las pasadas generaciones, que las generaciones actuales e individuos pueden  recibir y usar. Es un nicho ambiental  y cultural creado por la colectividad

Tenemos que interactuar entre nosotros con respecto a las cosas, porque ellas son valiosas para nosotros, tanto colectiva como individualmente en muchas maneras. Tenemos que ser capaces  de usar las cosas colectiva e individualmente de muchas maneras para conseguir la realización de su valor. Otras personas en la sociedad han contribuido mucho al valor de las cosas pero lo mismo es verdad con respecto al valor de las palabras. Normalmente,  al menos el aspecto de ‘como se usa’ nuestro ambiente inmediato, se nos ha dado gratis — está ahí para que nosotros lo tomemos o ha sido transmitido a nosotros  por nuestras madres. Esto, como también el conocimiento de lo cual sería  apropiado para  usar, nos lo transmiten muchas personas de la sociedad. Pero toda esa cultura material está a nuestra disposición porque otros han interactuado con ésta a lo largo de los siglos mediando sus interacciones con el lenguaje. No sólo las mujeres y las cosas han quedado fuera de consideración, pero los procesos de vida de las multitudes del pasado (y presente) han sido a menudo ignoradas por los filósofos, quienes valoran más las palabras que las cosas, porque contemplan el mundo desde un punto de vista masculado  y descontextualizado. La actitud sexista es mucho más amplia que la cuestión del género.  Inicia negaciones y distorciones de puntos de vista que influyen muchos otros asuntos. Entra en la dialéctica interactiva  entre las palabras y las cosas, entre el que define y lo definido, alterando profundamente la perspectiva  de la colectividad  y la imagen del mundo que se presenta a su vista.

El intercambio ha confundido algunos procesos del lenguaje,  y al transferirlos al plano material,  en realidad ha creado una situación en la que el regalo se cancela debido al requerimiento de un contra-regalo equivalente. Esta situación artificial es creada al re-utilizar la parte del patrón donde la palabra toma el lugar de una cosa, haciendo que el regalo de la cosa  sea innecesario para la creación de la relación humana en ese momento: No necesito darle una flor para crear una relacion humana de comunicación con usted en este momento. Basta con que yo diga la palabra ‘flor.’ La palabra también sirve como una muestra- equivalente. En la descripción del proceso del concepto,  hemos dicho que la cosa ya no es necesaria como muestra cuando la palabra toma su lugar como un equivalente  de las cosas de esa categoría. En el plano material del intercambio, cuando se da el contra-regalo, eso tambien  cancela el carácter de regalo del primer regalo y expresa su valor al re-presentarlo. Esto es particularmente claro cuando el dinero es el contra-regalo.

El dinero toma el lugar del producto como equivalente de otros productos (así reemplazando y cancelando ese producto como equivalente). Mide y re-presenta el valor del producto en el intercambio como ‘regalo’ sustitutivo. (Curiosamente,  el dinero, el arbitro del intercambio  funciona solo cuando es dado.) El dinero también cancela ambos: el valor cualitativo y el valor de regalo (la  inferencia de que la otra persona es valiosa), reemplazándolos por el valor cuantitativos y el valor de cambio, para que éstos sean vistos dentro de la categoría  de todos los otros productos en el mercado.

La transacción humana de regalar, ha sido alterada y parte del proceso del concepto lo ha reemplazado para mediar la relación mutuamente exclusiva de la propiedad privada. Este uso material del proceso conceptual  (y de  la transposición del proceso lingüístico) permite a cada uno de los que intercambian que pongan en practica la definición dando  y recibiendo la palabra-regalo sustitutiva, el dinero. Y así, los que intercambian pueden dar sin privarse a sí mismos. Les dan valor a las cosas y a su sustituto, el dinero, y no se dan valor entre sí. El dinero es un medio de co-municación mediante el cual se define un producto, y el comprador se lo da al vendedor, así como el que define le da el definiendum al que escucha. A su vez, el vendedor  tiene que renunciar al producto—que en el proceso de la definición sería la cosa definida. Mientras que pasa a través del proceso encarnado del concepto,  el valor de regalo del producto es cancelado y se transfiere al dinero, que es cambiado por el producto y que entoces llamamos el valor de cambio del producto. Cuando el producto se convierte en propiedad del comprador, sale del proceso del mercado y se transforma en su valor de uso.

Cuando se cancela  la atribución de valor al que recibe, el proceso de intercambio cancela el valor -regalo del producto, en una manera que no es usualmente reconocida. El valor de uso es de cierto modo limpiado de las experiencias previas. Una vez comprado y pagado el precio, no pensamos más de donde viene. Usualmente no prestamos atención  al origen del producto que estamos usando, si fué malpagado a trabajadores del ‘Tercer Mundo’, o hecho por mano de obra infantil, o por miembros de los sindicatos de Estados Unidos. El producto está listo para que lo usemos, pero ni gratitud ni reconocimiento se le da a quienes lo manufacturaron—ni tampoco es recibido de los manufactoradores como un regalo de cuidado que transmitiría  un valor a los que lo reciben, por implicación. En cambio, el reconocimiento y la gratitud van dirigidos a quienes ‘hacen’ dinero, o tal vez al comprador, al vendedor o al proceso mismo del mercado. Por esta razón, creo que hay una diferencia lógica invisible entre los valores de uso que han pasado por el proceso de intercambio y los valores de uso de aquello que la gente hace directamente para otros, y que transmite el valor del regalo. La persona que utiliza el valor de uso, preparándolo y adaptándolo para satisfacer las necesidades de los integrantes de su familia, le agrega un valor de regalo, pero el valor del regalo otorgado por los trabajadores a sus productos ha sido cancelado (o desviado como ganancia hacia otros) a través del proceso de intercambio.

Empezando con el mundo

En su análisis del dinero y de las mercancías (productos en intercambio), Marx, tomó como punto de partida las mercancías.  El creía  que los intelectuales del pasado se habían equivocado al comenzar con el dinero. Una consideración similar puede aplicarse a la relación de las palabras con el mundo. Cuando nos formulamos nuestras preguntas acerca de esa relación, usualmente tomamos las palabras como punto de partida, lo que nos coloca para empezar  en el camino equivocado. Debemos comenzar con el mundo, no con las palabras—con la co-municación material y no con la co-municación verbal. En cualquier caso, la respuesta pasa a través de la actividad de regalar de los seres humanos. Sin embargo, si comenzamos con las palabras mismas, no podemos percibir el carácter de regalo ni de las palabras ni de las cosas. El carácter de regalo está escondido por la transparencia de las palabras, porque la posición de la palabra está sobrecargada por la masculación y porque hay una motivación  hacia el ‘toma el lugar del otro’ en la definición etc.

Colocadas en una postura ‘inferior’ de regalar a los hombres masculados, las mujeres tienen una  posición similar a la posición de las cosas respecto de las palabras. Entonces para las mujeres es más fácil comprender el lenguaje desde el punto de vista de las cosas, mientras que los hombres usualmente asumen el punto de vista de las palabras. Por supuesto, todos los seres humanos son  tambien ‘cosas relacionanadas con las palabras,’ como cuando refiriéndonos a alguien decimos: ‘esa persona que está allá,’ ‘el siguiente en la fila,’ “la amiga de Juanita.’ Sin embargo, como la palabra se ha encarnado en el género masculino, las mujeres analogamente toman el rol de las cosas en relación con esa‘palabra.’ Hemos sabido lo que es el ser habladas de nosotras en vez de hablar, ceder  al que toma nuestro lugar, al que nos remplaza,  al que nos representa en público, mientras que continuamos regalando en el hogar.

Pero las mujeres nos colocamos activamente  en relación con los otros, hacemos el trabajo de mantener, de cuidar  y criar a nuestros niños y niñas—y todas las multitudes de  tareas que las mujeres han hecho-continuamente dando valor a los otros de muchas maneras. Las cosas no hacen esto en primera persona como lo hacemos nosotras. Las cosas no se ponen a sí mismas en una relación con a la gente. ¿A qué se debe su lado activo? Es la actividad y la recepción creativa de la colectividad—más allá del foco de lo individual, el segundo plano de los muchos, en el que las mujeres han quedado situadas anónimamente por siglos. Nuestro dar sin reconocimiento, proveyendo directa e indirectamente a los otros, es el proceso y el resultado de una permanente interacción dialéctica de la colectividad con las cosas. Los humanos no sólo practican el dar, pero en este proceso dejamos una cantidad numerosa de subproductos disponibles para ser tomados. Algunas veces, ha parecido que las mujeres (y las otras personas excluidas) eran solamente unos subproductos de unos pocos hombres y como las cosas, sólo tenían el valor que la colectividad les otorgaba y no el valor que surgía de ellas mismas, como donantes en interacción. Las cosas se parecen a las mujeres porque ceden a las palabras dejando que estas ocupen su lugar.

El tratamiento de las mujeres como ‘cosas’ que dan y ceden su lugar en la relación ‘muchos a uno’ con aquellos hombres que las reemplazan y que las poseen o controlan, repite la relación entre las cosas y las palabras,  que siempre ha sido tan difícil de entender para los filósofos. Los filósofos masculinos empezaban  desde su propio punto de vista, el punto de vista de los que reemplazan,  de los propietarios y de los controladores,  de los ‘unos’ en oposición a los ‘muchos.’ Las mujeres que han sido tratadas como cosas, pueden tomar el punto de vista de las cosas, de los muchos, de los que dan y ceden.

Alguien podría preguntarse: “¿Realmente las cosas se dan y ceden a las palabras, como las mujeres ceden a los hombres?”En  el tejido de los numerosos regalos que constituyen el proceso vital de la colectividad, ¿se les da vida a las cosas, con nuestra manos mágicas, para que se conviertan en Pinochos, obedientes al fin a las palabras del padre? ¿O es todo una proyección? Dejando de lado las palabras de Gepeto, las brujas (y el hada azul) sienten la vida de los objetos inanimados, porque tal vez como mujeres sabemos que  somos como ellos, bajo el hechizo de la objetivación. De todas maneras, nuestras palabras son diferentes, menos vacías que las de los hombres masculados, porque también nosotras hablamos cosas.

Empezando con las palabras

Empezando con las palabras, relacionando las palabras con las cosas hace que el investigador se concentre en las palabras,  pero dividela idea de las palabras al menos en dos partes: el ‘vehículo’ (sonido, significante, señal, escritura, gesto del lenguaje de signos) y el ‘significado’ (idea, significado, referente, designatum, etc.). Creo que estamos  actualmente empaquetando una parte del valor de las características de las cosas en lo que vemos como  el ‘significado’ de la palabra. Entonces las cosas se escinden de las palabras, que se presentas como privadas de su valor para la comunicación, porque ni las cosas ni las palabras son reconocidas en su aspecto  de ser orientadas hacia o darles valor a los otros. Deberíamos mirar  las palabras no tanto por tener estas un valor  sino como regalos sustitutivos que portan el valor de las cosas en y para la comunicación. Este valor contribuye a la formación de la comunidad en toda su variedad, permitiéndonos  a cada uno de nosotros que nos vinculemos con otra gente de maneras específicas con respecto a todas las partes del mundo. Es la existencia general de las cosas para los otros.

En la comunidad distorsionada por la masculación, los géneros exteriorizan la relación entre las cosas y las palabras (lo cual no entienden.) Desde luego, estamos metidos en este problema porque los seres humanos somos más capaces que las cosas de responder a las definiciones como profecías que se autocumplen, aunque las cosas puedan parecer animadas. Los hombres actúan el rol de la palabra, la mujeres  actúan el rol de las cosas. Los hombres, que estan reemplazando a las mujeres, son los regalos sustitutivos (para-otros) de las mujeres, llevando el valor de las mujeres en la comunicación para el tipo de comunidad que llamamos patriarcado. Las mujeres ayudan a crear esa clase específica de vínculos que constituyen y mantienen esa comunidad. Los hombres son los regalos comunitarios y sustitutivos de esos regalos individuales ocultos quienes dan regalos. También las cosas tienen un lado oculto de regalo, que se atribuye a las palabras que ocupan su lugar. Las palabras y los hombres son autoreferentes, mientras que pareciera que las mujeres y las cosas no fueran así. Toda esta confusión proviene de dividir la comunidad en dos categorías  de genero inescapables y opuestas,  comunidad que se creaba a través del hablar y el escuchar (del dar y recibir) incluyendose mutuamente ,

‘Significado’

Si comenzamos con las cosas y no con las palabras, podemos ubicar el ‘significado’en las cosas en toda su variedad de apariencias y de usos, entendiendo su relación con las palabras, como relación con su regalo sustitutivo para los seres humanos. Los diferentes tipos de cosas que se relacionan con una palabra (lo que llamamos usualmente los diferentes ‘significados’ de la palabra) pueden tambien parecerse entre sí. Por ejemplo, la palabra ‘dulce’ puede transmitir un sabor de miel o de pasteles, que tienen este sabor, o tambien el carácter afable de una persona. La miel, los pasteles o la actitud afable tienen relevancia para los seres humanos. Si no estuviesen relacionadas con ningunas palabras como sus nombres, podrían sin embargo  estar relacionadas con frases compuestas de palabras a las cuales algunos de sus distintos aspectos son relacionados. Si no estuviesen relacionados con una única palabra podrían relacionarse con frases compuestas de palabras referidas a sus distintos aspectos. El hecho de que las cosas estén relacionadas con una palabra implica que ellas (o cosas similares a ellas) han sido utilizadas para satisfacer las necesidades de los muchos. Tienen una cierta generalidad. No son solamente las palabras en sí que son generales, pero las cosas que se relacionan a ellas a travéz del huso humano. En la formación de un concepto, la capacidad de las cosas de existir repetidamente para otros como cosas del mismo tipo es traída  a primer plano, debido a la generalización de la muestra con respecto a los muchos y a la adopción final de la polaridad (uno a muchos) por una palabra general. El hecho de que haya una palabra para ese tipo de cosas, expresa la generalidad de esas cosas—no solamente de la palabra. De hecho, la palabra en sí no es nada; depende de la relación de las cosas con ella.

El ‘significado’ es el término que se usa para la relación entre las cosas y las palabras que empieza con las palabras y funciona de arriba hacia abajo.  Esta relación la establecen los seres humanos de forma continua los unos para los otros colectiva e individualmente. A menudo sólo creemos en la relación entre la palabra y la cosa, pero es la relación cosa con cosa o cosa con palabra lo que les da valor a las palabras para los seres humanos. Sin esto, las palabras no tendrían  ninguna utilidad para nosotros. La relación entre la cosa y la palabra es también funcional en la constitución de nuestras identidades por muchas otras razones: los seres humanos son también ‘cosas relacionadas con las palabras’ para nosotros (hablamos de nosotros); nos cuidamos entre nosotros lingüística y materialmente en muchos niveles; y como hemos estado diciendo muchos de nosotros nos hemos modelado en algúnos procesos lingüísticos.

Hemos proyectado estos procesos lingüísticos en la organización de lo colectivo, económica y políticamente,  y en la estructura de la familia. Las proyecciones confirman y recompensan algunos tipos de comportamiento y descalifican otros, ‘entrenándonos,’ influyendo en nuestras identidades. Conforman los contextos donde vivimos, imponiendo los parámetros de la ‘realidad’ (a lo que llamamos el ‘patriarcado’) donde operan nuestras identidades artificiales y autoconstruídas (Vea las Figuras 11 y 12.)

En Estados Unidos, las mujeres no sólo tomamos los apellidos de nuestros esposos, sino que en los roles tradicionales aquí y en otras partes los hombres toman nuestro lugar en  la esfera pública, hablan por nosotras y a menudo toman decisiones por nosotras. Se sabe quién somos por quienes son las personas con las cuales tenemos relaciones. Para poder conocer las relaciones entre las cosas y las palabras, debemos comenzar con las cosas—del mismo modo que si queremos conocer  las relaciones entre las mujeres y los hombres, debemos comenzar con las mujeres, como nosha enseñado el feminismo. Durante siglos, los hombres han razonado desde las palabras hacia las cosas, y han tratado de entender a la mujer (a los niños y a las ‘cosas’) razonando a partir de ellos mismos. Me parece que quienes buscan el sentido de la vida son como los que buscan el significado de las palabras partiendo desde arriba hacia abajo enfocándose en las palabras. En su lugar, todos debemos comenzar con el regalar material y no con el regalar  lingüístico, sustitutivo y re-presentativo.  Necesitamos dar cosas, no palabras, satisfaciendo las necesidades materiales de los otros para crear abundancia para todos, co-municándose para forjar las subjetividades físicas (los cuerpos), y no sólo las subjetividades lingüísticas y psicológicas de la co-munidad. Necesitamos crear los cambios sistémicos que harán que la comunicación material y generalizada sea posible para todos a todos niveles.

Relaciones parasitarias

Algunas veces el altruismo parece fingido porque el ego artificial del intercambio masculado ha aprendido a hacerlo, pero no de una manera maternal. Las organizaciones de beneficencia paternalistas donan  en pequeñas cantidades, sólo lo suficiente para aliviar la presión de unos pocos individuos, sin cambiar el cuadro completo. Ellos mantienen el control de los regalos y de los receptores a través de la ‘verificación diligente’ con la idea de que los que reciben tienen que ganarse su confianza. Entonces las mujeres (incluso las madres), sobrevalorando estos procedimientos ‘caritativos,’ los toman como la norma de como ser altruista. Si las mujeres continúan desacreditando el modelo de madre (la muestra para el concepto) y lo interpretan solamente desde el punto de vista autoreflejante y autovalorizante  de la masculación y el intercambio—ya sea por nuestro propio éxito en el sistema o por tomar el punto de vista del hombre, el ‘otro’ sobrevalorado que nos degrada—perderemos el potencial revolucionario (el re-evolucionario) que ahora inflama el corazón del movimiento feminista mundial.

Al haber aceptado durante siglos el engaño masculino de que las mujeres somos inferiores (‘cosas’), y al aceptar ahora el engaño de que nosotras somos o deberíamos ser ‘iguales’ al modelo, corremos el riesgo de renunciar a nuestro alineamiento con la Madre Tierra, a la posibilidad de salvarla, de salvar a nuestras madres, a nuestras hijas e hijos, de salvarnos a nosotras mismas del espejo hambriento del paradigma del intercambio. Esta es una especie que se está comiendo viva a sí misma, porque no puede valorar la muestra del concepto de la madre que da en abundancia y ni siquiera puede verla.. Hemos hecho del acto de regalar, que es la fuente de la vida y de la felicidad, esclavo del ego masculado y artificial y de sus expresiones en los niveles económicos, políticos e ideológicos,. Esto drena los regalos de la humanidad hacia las arcas de unos pocos, cuyos excesos priápicos impiden la satisfacción las necesidades y son transformados en armamentos fálicos, ‘marcas’ mortales, por medio de los cuales un grupo puede demostrar su ‘superioridad’ (ocupación de la posición privilegiada de la muestra del concepto) sobre otro, que es obligado a ceder.

De esta manera, los regalos obligados de los muchos se desperdician en gastos que no alimentan y que sirven para la destrucción, por no mencionar la inmolación de los millones de corazones, mentes y cuerpos donantes. Des-haciendo los cuerpos de la comunidad, la co-municación se vuelve contra sí misma, a imagen de la muestra del concepto. Mientras tanto, al suplir las necesidades para la guerra (alimentando un intercambio fálico), se destruye convenientemente (gastando la riqueza en armamentos) la abundancia que podría facilitar el regalar en diferentes lugares del mundo, que no participan directamente en la guerra. Hemos creado una relación de muchas hileras en la cual una cantidad relativamente muy pequeña de personas actúan como parásitos de los demás, recreando así una situación de privilegio que originalmente fue creada al transferir la mitad de todos nuestros bebés a una categoría ‘superior,’ mediatizada lingüísticamente  exenta de cuidar. Esta categoría  es sobrevalorada y los que cuidan  le otorgan demasiado, debido a su mandato de lograr la posición de la muestra del concepto. (La posición de la muestra es sólo un mecanismo funcional y conceptual para organizar nuestras percepciones y no la forma de ‘merecer’ amor o abundancia). El anfitrión debe re-educar y convencer al parásito (que de cualquier manera es parte de sí mismo). No debemos permitir que el parásito siga convenciendo al anfitrión.

El parásito está compuesto de espejos—intercambios, definiciones, juicios—y tiene que recibir energía, dinero, comida, tiempo y cuidados de otra parte, para poder hacerse lo suficientemente grande para poder convertirse en el ‘uno’ privilegiado tomando el lugar de muchos otros.  Pero este estado aberrante de las cosas no es la culpa de nadie.

De hecho, el culpar y sentirse culpable son parte del paradigma del intercambio, una manera de hacer que el otro ‘pague.’ No podemos arreglar el paradigma del intercambio aplicándolo una y otra vez a sí mismo. Las prisiones y las sillas eléctricas están llenas de personas que ‘están pagando’ por sus equivocaciones. No necesitamos justicia; necesitamos amabilidad. En realidad la justicia es un intento de definir el crimen para que no ocurra de nuevo. Tratamos de cumplir esa definición mediante una clase de intercambio, porque el intercambio se deriva de la definición. El ‘pago’ implica una co-municación material forzada por medio del cual se requiere que el criminal dé algo y ceda. Pensamos que, tal vez, regresando al nivel  material  exigiendo bienes, tiempo o incluso la vida en un intercambio ‘igual’ tendremos más efecto sobre el que actúa mal. Se intenta evaluar la gravedad del crimen con respecto a otros crímenes (una forma de cuantificación). El criminal está masculado de nuevo, distanciado físicamente (descontextualizado) y puesto en una categoría de ‘otro’ con una condena o una ‘sentencia.’

Muchos ‘uno-muchos’

Pensando acerca de esto, ví  que tenía  tres areas de relaciones similares con las cuales trabajar: 1) las mercancías  eran al dinero como; 2) las cosas eran a las palabras y como; 3) las mujeres eran a los hombres.  Podria usar cada una de estas relaciones para clarificar las otras.

Por ejemplo, todas estas areas tienen  relaciones del tipo uno-muchos como elemento constitutivo. Todas las mercancías  son muchas y se relacionan con el dinero como su equivalente. También son muchas en relación con un precio en particular como uno. Las cosas se relacionan con las palabras de muchas maneras como muchos a uno: como muchos con respecto al lenguaje como un tipo de cosa; como muchos con respecto a una sola palabra (por ejemplo, la palabra ‘cosas’); y como muchas cosas con respecto a la palabra que ‘significa’ esa clase o que la re-presenta. Como género ‘inferior,’ todas las mujeres se relacionan con cada hombre como los muchos con el uno. Además, cada una de estas relaciones implica relaciones potenciales de uno a uno. La pareja humana es el ejemplo de una relación uno a uno, como la relación más trasitoria del intercambio de un producto por dinero, y como la idea del signo de Saussure de la unión entre el significante y el significado. Variaciones y cambios, en la relación uno a uno, ocurren en la relación en proceso entre la mujer y el hombre, con la relación de la familia al padre. La madre misma figura como el uno en cuanto a sus hijos, que son potencialmente los muchos, pero es reemplazada por el padre como ‘cabeza’ de familia.  Ejemplos que obedecen a una doble moral, como el síndrome de Don Juan o la poligamia, también envuelven  relaciónes muchos a uno. Otra relación muchos a uno es la de la propiedad con su dueño, que a menudo se combina con la relación de las personas y bienes de la  familia como propiedad del padre o esposo. Entonces, desde luego, hay súbditos del rey, electores que eligen a sus representantes, naciones a sus presidentes, empleados a sus empleadores. Hay etapas sucesivas de muchos a uno, por ejemplo: católicos a los sacerdotes, sacerdotes a los obispos, obispos a los cardenales, cardenales a los Papas. Las fuerzas armadas están relacionadas en los mismos escalones de los oficiales hasta los generales, etc. El traslapar muchas estructuras uno a muchos crea un mecanismo gigante. Tal vez, cuando algunas de las piezas faltan, la situación puede ser más benigna, pero el refuerzo que ocurre entre las estructuras del patriarcado del Primer Mundo, lo ha hecho más letal y priápico que nunca antes—con las  armas nucleares de estas naciones listas para aniquilar a los muchos, con su nube fálica en forma de hongo, evidencia de que se ha obtenido la posición uno (1).

Hemos estado razonando y actuando desde el punto de vista de las palabras en relación con las cosas, del dinero en relación con las mercancías, y de los hombres en relación con las mujeres. Me parece que la explicación para esto es que la economía del intercambio se enfoca en el ego individual  y da valor e importancia principalmente al ‘uno,’ a la conciencia aislada y abstracta. La importancia (y los modos de usar) de la conciencia colectiva, de la conciencia de grupo, y de otras experiencias de regalo que tienden hacia los otros ha sido ignorada, porque sólo hemos sabido comenzar  desde nosotros como seres individuales—y sólo a aquellos que han tenido éxito como individuos aislados se les ha concedido la credibilidad y la autoridad para hablar. Este centrarse en sí mismo se debe a la masculación, a la lógica del intercambio que se refleja a sí misma y al modelo jerárquico de arriba hacia abajo. Es consistente con el capitalismo, especialmente con el ‘productor independiente,’ o el empresario, héroe cultural. Los académicos no están más libres de este síndrome que los otros, aunque tal vez les gustaría estarlo. La competencia, en términos de creatividad y agudeza (siendo la recompensa la valoración del ego, la autoridad y el prestigio), influye en la visión del mundo de los académicos, como si las recompensas sólo fueran económicas. El lenguaje se ha convertido en un instrumento de poder, y los que lo estudian generalmente no están libres de los patrones que valoran al ego y que hacen que este poder sea posible permiten.

Luz y sombra

Las mujeres también podemos desarrollar un ego centrado en nosotras mismas, pero tendemos a permanecer orientadas hacia los otros, porque tenemos que continuar siendo las que cuidamos a los niños y a las niñas. Dentro o fuera de la academia, nuestra visión del mundo suele ser más amplia que la de los hombres, especialmente cuando no somos intelectualment serviles al patriarcado. Con un pie en cada bando, es más fácil advertir las contradicciones. De hecho, lo que podemos observar es que estamos paradas con una mitad en la luz y con la otra mitad en la sombra. Aun cuando compitamos con éxito en la economía del intercambio, a veces nos vemos  a nosotras mismas como  perteneciendo  a las masas de mujeres que no son vistas ni reconocidas.

Nuestro lugar en la sombra también nos permite ver a otros que también están en la , oscuridad, las masas de gente, las culturas, las mujeres, los niños y los hombres que están colocados en el trasfondo por el ego masculado. Junto con estos están todas las cosas, animales, criaturas, plantas, inventos, arte y objetos caseros que han sido el objeto de nuestros cuidados, del uso y del mantenimiento a lo largo de los siglos. Aquí en las oscuridad están todas las mesas que hemos pulido, el maíz que hemos cosechado, los terrenos que hemos cultivado, los caballos, las vacas y las gallinas que hemos alimentado, la nieve que hemos paleado, los techos que hemos techado, las líneas de ensamblaje en las que hemos trabajado, los fregaderos que hemos desatorado, los bailes que hemos bailado, los niños y las niñas que hemos criado. En toda esta variedad de actividades, hemos conferido valor a las cosas y las hemos imbuido con material de nuestra vida  que los otros pueden usar libremente. Aun cuando nuestra actividad ha sido muy costosa, humana y económicamente, los resultados de nuestras acciones, guiadas por los principios del cuidar, pemanecen  como un legado gratuito para los otros. El legado consiste en maneras de cuidado, corazones y mentes valorizantes no masculados y en la realidad material —la casa en la que se vivió y que se le dió mantenimiento ha perdurado hasta el día de hoy, la casa que fué abandonada se pudrió y desapareció—

El ego masculino teme en forma notoria a la muerte y ama lo que teme, porque al desviar su mirada de los otros, niega lo que ha recibido de ellos—como también su existencia e importancia para este. Por lo tanto, es muy probable que se vea a sí mismo como una fuente aislada de lo que le ha sido dado por los otros, desde las masas de humanidad que lo precedieron, hasta los trabajadores en las fábricas y los agricultores, hasta su madre, su esposa, su hermana y (a veces incluso) su hermano. Esto es poco frecuente, porque el circulo de varones elitistas y el vínculo masculino sirven para incrementar el sentido de poder y de autonomía del ego masculino aislado como tal. Los hombres aprenden a reconocer la imagen autoreflejante y a valorarse entre sí. La posición del ‘uno’ funciona  particularmente  bien dentro  de la negación del hecho de que ha recibido algo de otros. El ego ve  todo desde el punto de vista del tomar—o por lo menos de ser merecedor de lo que toma. (Merecer es otra transposición del intercambio, que requiere una equivalencia  entre las acciones pasadas y las recompensas presentes.)  El énfasis que hemos puesto en la monetización del trabajo en el capitalismo, ha concentrado  nuestra atención solo en esa área de nuestras actividades y en ese tipo de relación humana que es el ‘hacer dinero.’ Porque el ego piensa que sus percepciones, su mundo, y sus habilidades surgen de sí mismo, y de ese modo su propio carácter social y artificial es escondido y corre el peligro de sufrir de solipsismo.

Observar el lenguaje desde el punto de vista del paradigma del regalo es un buen remedio para el solipsismo. Si consideramos cada palabra como un subproducto gratuito  de los procesos de la vida de innumerables personas del pasado mediatizados por el lenguaje a través de los cuales satisfacían necesidades comunicativas mutuas, entonces nos encontramos en contacto con millones de otros seres humanos que regalaban y se comunicaban  porque hemos recibido nuestras palabras (y nuestra cultura y nuestros bienes materiales) de ellos. Actualmente, el solipsismo no es tanto una posición filosófica en nuestra sociedad, como una posición psicológica y política. Esta permite la crueldad sin responsabilidad, la felicidad por nuestro propio bienestar, enfrente del dolor de los otros. Nuestra compasión se atrofia y se seca y nuestras almas se convierten en prisioneras de nuestros egos. Permitimos que los gobiernos tomen innumerables decisiones que provocan la muerte de muchos o que los dejan morir, cometiendo así un genocidio económico y militar, mientras nosotros nos quedamos seguros en casa, preguntándonos si en realidad esa gente existía  para empezar.

Las personas que hablan de crear nuestra propia realidad se inspiran quizás, sin saberlo en la creatividad ilimitada y en la cualidad mágica del regalo del lenguaje, sin tomar en cuenta que la fuente del regalo son los otros en general. Algunos actitudes religiosas, tanto los de la Nueva Era como los fundamentalistas, son propensos a escaparse de la raza humana,  para evitar sentirse debilitados entre la multitud, y en vez  pertenecer sólo a la posición privilegiada del ‘uno.’ Cuando empezamos a relacionarnos sólo con Dios (que a menudo es visto como el ‘uno’ masculado, y por lo tanto parecido a cada uno de nosotros como un individuo aislado) y no con la raza humana y el planeta, nos volvemos megalomaníacos y paranoicos. Entonces actuamos sin compasión, ignorando a esa gente fuera de nuestro enfoque inmediato—cuya espiritualidad es después de todo tan grande o tan pequeña como la nuestra. Si nosotros pudiéramos re-conceptualizarnos a nosotros mismos por haber recibido de la otra gente en el pasado y en el presente, comenzando con nuestras madres, no estaríamos aislados ni desempoderados. De hecho, el vernos a nosotros mismos como un ego masculado (recibiendo de los otros solo porque lo ‘merecemos’) nos quita realmente  el poder. Después sobrecompensamos.

En cualquier caso el solipsismo es desmentido, por el hecho de que pensamos con el lenguaje y éste lo hemos recibido de los otros. Existía una teoría  creacionista  que contaba que Dios había enterrado los huesos de los dinosaurios para ‘probar nuestra fé’en la historia Bíblica del Genesis De igual manera, para los solipsistas Dios/a habría implantado el lenguaje en nuestras mentes para probar nuestra fé, al hacernos sospechar de que hay otras personas allá fuera. En la actualidad, la tierra es tan vasta y variada que nosotros no podríamos vivir en ella como individuos aislados. Necesitamos las percepciones comunes de los muchos para darle alguna clase de contexto real a nuestra vida individual. La sociedad es como un ojo de mosca gigantesco que, juntando múltiples facetas en una visión colectiva, es capaz de ver el cuadro total. Este cuadro es facilitado y transcripto en el lenguaje para  poder mediar  nuestras relaciones sociales mutuas. Y la transcripción, a su vez, provee una especie de inmenso tímpano que reverbera en respuesta a todo aquello que es importante, a un cierto umbral de intensidad más allá del nivel individual. A través de la elaboración colectiva, los valores culturales de las cosas a las que la co-munidad responde están guardados en las palabras, mantenidos vivos  como regalos disponibles para todos y que se usan constantemente.

El ego patriarcal todavía ve sólo aquellas cosas que están en su enfoque, iluminándolas con luz propia. Es porque las personas de primer plano del ‘Primer Mundo’tienen esta mentalidad que son capacez de ignorar el flujo de regalos, dinero y valores que provienen del llamado ‘Tercer Mundo’ dentro y fuera de las fronteras de Estados Unidos. Cuando la CIA no está desestabilizando directamente los gobiernos del Tercer Mundo o los Estados Unidos no está financiando a tiranos fascistas en contra de los intereses de los muchos pobres, de todos modos el patriarcado del ‘Primer Mundo’se está apropiando de sus economías.  Mientras que los medios de comunicación y nuestras terapia se enfocan en el aquí y el ahora, el gobierno usa nuestro dinero, su influencia y sus armamentos para devastar a la gente en la oscuridad. Las corporaciones se trasladan al tercer mundo causando desastres económicos y ambientales, mientras que algunos aquí  cosechamos las ganancias y otros pierden sus trabajos. Cuando las corporaciones no se pueden esconder, éstos se cubren con mentiras, justificando lo que hacen como ‘desarrollo.’ Bajo la apariencia de ayudar a la gente, se enfocan en  la modalidad del regalo,

falsamente para cubrir las cosas amargas y explotadoras que están haciendo en la modalidad del intercambio.  Esto tiene el efecto de retratar  la modalidad del regalo como algo distinto a lo que es, identificándolo con los hombres y especialmente con los del gobierno y de las corporaciones  quienes son los que están más lejos de la verdad. A menudo, estos hombres como individuos nunca han cuidado a nadie, pues siempre han funcionado dentro del mecanismo del intercambio.

Actualmente nuestras necesidades primermundistas están siendo satisfechas de forma gratuita o a un costo muy bajo por los habitantes del ‘Tercer Mundo.’ A ellos no se les devuelve un equivalente de su trabajo. La diferencia entre las economías permite a los negociantes embolsarse la mayor parte del precio que pagamos, colocando ese dinero en nuestros bancos, transfiriendo ese valor  una vez más de los que no tienen a los que tienen, de la oscuridad a la luz, de lo invisible a lo visible. Como en una esclusa el flujo de los valores  es bloqueado y mantenido a un nivel más ‘alto.’ Las economías del ‘Primer Mundo’ en su totalidad han recibido cantidades enormes de las economías  del ‘Tercer Mundo.’ Individualmente tal vez es difícil ver esto o quizás no sentimos los beneficios directamente. Pero la cantidad mucho más grande de valores que circulan aquí y no allá se debe a la desigualdad del intercambio, un intercambio que en la práctica termina como  un regalo del ‘Tercer Mundo’a los  Estados Unidos.

La motivación de las ganancias a corto plazo que encaja muy bien con la modalidad del ego deja a la gente en la oscuridad (las generaciones del pasado, los habitantes del ‘Tercer Mundo’ en el presente dentro y fuera de nuestras fronteras, y todas las personas del futuro, todos nuestros niños y niñas) dañándola y destruyéndola con la pobreza, la contaminación y la guerra, para que paguen por esa ‘luz,’que es nuestro continuo bienestar. El problema no es la depravación moral o la inclinación psicológica hacia la codicia, sino un punto de vista ‘normal’ del mundo, una estructura del ego y una forma económica que encajan y operan juntos en detrimento de todos. Individualmente  no pienso que sabemos  que estamos haciendo esto, o pararíamos  o haríamos que  todos pararamos. Nuestra conciencia colectiva se niega a reconocer  lo que estamos haciendo—lo cual hace difícil acceder a la conciencia individual. Es por eso es que necesitamos desesperadament  un cambio de paradigma.

El mandato de tomar el lugar del otro y de ser el ‘uno’ mediante  la posesión y el dominio, se transmite en cada nivel de nuestra sociedad. La escasez, creada artificialmente por los todopoderosos para poder mantener  el sistema de intercambio intensifica los castigos para los que no cumplen el mandato.  No advertimos que es lógicamente imposible que cada uno sea “el uno”relacionado con los muchos y que no hay otra agenda de vida para los hombres que no sea la masculación per se. El trabajo significativo, la educación y la recreación se ofrecen casi exclusivamente  a los que ‘tienen’ economicamente  y como sea todas  esas áreas forman parte de la economía del intercambio. Las pandillas y el comportamiento criminal son la única oportunidad para mucha gente  para poder realizar la agenda masculada, la violencia contra la mujer sigue siendo una opción para los hombres que necesitan actuar como los ‘unos’ dominantes. Mientras que todas estas actividades deben ser definidas como ‘erradas,’ es sólo a través de una revisión y una redefinición de la sociedad misma que el problema puede ser resuelto.

Debemos cambiar el  paradigma y educar a todos en el cuidado de los demás, no debemos mascular a nuestros bebés varones  en una estructura del ego que requiere  dominación y privilegio para sentir que está cumpliendo con el mandato de su identidad de género. Tenemos que restablecer el modelo de la madre para todos, educando a los niños varones para que sean cuidadores desde el comienzo.  Después de ser obligados a renunciar a la  madre y aprender a no cuidar, ¿cómo pueden aprender a ser ‘buenos’ más tarde ateniendose a reglas, a la sintaxis de conducta  que deriva del nombramiento  del género, la Ley avasallante  del Padre?

Me parece fascinante que el busto haya sido a la vez degradado y convertido en un objeto sexual en nuestra sociedad. Hasta hace poco, las botellas de leche para los bebés tenían una forma fálica—otro síntoma de nuestra enfermedad, la de sustituir a la madre con el modelo del padre.

Los niños y las niñas pueden participar en muchas de estas actividades en niveles diferentes. La relación de propiedad se asemeja a los complejos de Vigotsky. Es ‘uno-muchos’ pero no dependen de la similitud. El niño también puede ser propietario, por ejemplo, de juguetes, cuando es muy pequeño—mientras que él o ella ‘pertenecen’ al padre en la relación familiar. Complejos associativos o sus incarnaciones en la propiedad o la familia pueden mantenerse unidos también a través de un ‘tono sentimental,’ como Carl Jung dijo de la asociación de palabras y acerca de los complejos psicológicos. El tono sentimental de los conceptos sería influenciado por la masculación. Carl Jung, 1973 [1906] “A psychological diagnosis of evidence” Experimental Researches, Collected Works of C.G. Jung 2, Leopold Stein and Diana Riviere eds. London, Routledge and Keegan Paul, pp. 318-332.

A pesar de que todos alcanzamos una aptitud lingüística eficiente, la falta de acceso a las variedades culturales y a los aspectos positivos de la educación, priva de muchos de estos regalos a las personas de escasos recursos económicas.

De nuevo tenemos que preguntar, “¿Para quién es esto?” Atribuimos las cualidades de las cosas a las palabras y las cualidades de las palabras a las cosas. En el ejemplo de los lingüistas: ‘hombre’ = + adulto + masculino, ‘hombre’ no tiene las cualidades de edad adulta ni de masculinidad, porque ‘hombre’ es una palabra, mientras que un hombre no lo es. Tapamos la relación entre las cosas y las palabras con un concepto basado en la palabra, al que se pueden atribuir (dar) cualidades. Transcribimos las cualidades de hombre en una fórmula basada en la suma y la resta, que es la traducción cuantificable de dar y recibir, creando un ‘significado’ no amable—una actividad sin dar. ¿A quién sirven estas atribuciones? Si restablecemos el paradigma del regalo, podríamos llamar al ‘mean-ing’ (lo no amable) en inglés ‘kind-ing’ (lo amable). Nótese el juego de palabras entre mean (no amable) y kind (amable).

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